lunes, 21 de noviembre de 2011

Para una mañana sin soles

En mi costado izquierdo encuentro vacío,
en mi garra derecha soledad,
en mi alma sequía y hastío
y en mis ojos sal.

Levanto el vuelo entre corazones ensangrentados
busco preguntas en rostros vagos
y saltar al vacío es la única salida
de un encuentro sin vida.

martes, 8 de noviembre de 2011

Debajo de la cama mientras perseguía al gato “Cometa”, y entre zapatos viejos, polvo y papeles sucios Isabel llegó a “Amaranto”.
Para empezar no sabía que justo ahí se encontraba el poblado con casas que parecían tener techos hechos de crayones, puertas bicolores y nubes de acuarelas.
El campo de “Amaranto” era de alelí, sus ríos de agua de fresa y su sol no era amarillo sino de chocolate.
Isabel pensó en su abuela que no podía comer dulces y descartó la posibilidad de compartir su secreto con ella.
Entonces pensó: ¿quién de sus hermanos merecía el honor de perseguir ardillas de caramelo? La respuesta vino de inmediato, así que de un brinco tomó la punta de una nube para atar su pie derecho y comenzó el camino de regreso.
Cuando vio que sus once hermanos jugaban con un balón desinflado imaginando que giraban como planetas olvidó el lazo de nube y el camino de regreso a “Amaranto”.

martes, 1 de noviembre de 2011

Transparencia

Dedicada a Francisco Horta.

Francisco era un apasionado de la transparencia.
Desde que el programa federal se instaló en todas las dependencias de los tres niveles de gobierno, comenzó a pedir información tras información, solicitud tras solicitud, dato tras dato.
Un día pedía los gastos de los diputados, otro el salario del achichincle del achichincle y luego su curiosidad se extendía hasta saber cuántos dulces se entregaban por evento, cuántas botellas de agua y cuántos metros cuadrados ocupaba la tarima donde el alcalde municipal realizaba sus discursos.
Un día se le ocurrió quizá lo que desde su punto de vista era la pregunta más genial de todas: pedir al Instituto Federal Electoral y al Registro Civil cuántas personas se llamaban como él, así las empezaría abuscar para formar el Club de Paco.
Para su sorpresa resultó que no tenía homónimos, había muchos Franciscos, pero ninguno se llama exactamente igual.
Pero debajo de la lista del IFE vio un dato que le preocupó: Finado.
Buscó en la lista del Registro Civil y también decía la misma frase: Finado.
Comenzó a sentirse mal, y vio que su mano derecha poco a poco comenzaba a ser traslúcida y podía ver através de ella.
Al fín Francisco se había vuelto transparente.